La inteligencia artificial está acelerada, creo que es algo que todos estamos de acuerdo. Pero no es una materia que haya salido de la nada, durante los 60-70 años de su existencia, ha habido momentos de gran interés, pero también hemos tenido los que se denominó el invierno de la Inteligencia Artificial que duró parte de la década de los 70, los 80 y parte de los 90. Siempre que ha habido gran exaltación, luego ha habido una caída de esas expectativas, porque es difícil cumplirlas. Bien lo sabe el hiper ciclo de la bien conocida consultora Gartner. Este gráfico es una representación gráfica en forma de curva que representa la madurez y adopción de las tecnologías, y siempre es común que cuando existe un pico de expectativas sobredimensionadas, luego se produce, lo que se denomina abismo de desilusión. En la inteligencia artificial hemos tenido esos picos y esas desilusiones, y cierto es, que ahora estamos en un gran pico. Este gran pico ha sido aumentado artificialmente por los medios de comunicación y la aparición de grandes nombres del panorama tecnológico para alertar de los peligros.
Creemos que los peligros están ahí, que es necesario regulaciones, y que van a cambiar los trabajos actuales y la sociedad, pero no es a corto plazo, y en algunos sectores será más rápido que otros. Al igual que la digitalización de las empresas existe, pero algunas han tardado más y otras menos. ChatGPT y las nuevas IAs que llenan nuestros informativos, no van a cambiar de la noche a la mañana todos los trabajos por igual. Pero si escapamos de esa publicidad, de esa eclosión de noticias que inundan nuestras pantallas y pensamos en la innovación para resolver problemas reales, se nos abre un mundo de oportunidad, y creemos que ITAINNOVA está muy bien posicionada.
Ahora sí, las tecnologías generativas, y en especial GPT-4 y los Transformers (la tecnología deep learning subyacente) está empezando a ser muy interesante para aplicaciones que antes eran muy costosas y a veces imposibles de conseguir. Siguen teniendo problemas por supuesto, pero están empezando a tener un nivel de calidad superior en muchos aspectos, y queremos destacar tres aspectos claves para mí: la capacidad de programación, la generación de texto con sentido y, para mí la más importante, la capacidad de razonar con sentido común.
Estas tres capacidades para nosotros son muy interesantes, pero su capacidad de razonar le hacen una nueva herramienta que me parece diferencial.
Una tecnología que creemos que puede cambiar y que va a cambiar de enfoque es el gemelo digital. Desde el instituto estamos trabajando en esta tecnología desde sus inicios y somos creyentes que esta tecnología permite poder mejorar las empresas en base a simular digitalmente o la fabricación de un producto o la simulación de un proceso. Con el objetivo de poder optimizar, ver que falla en el gemelo, buscar una solución y poder aplicarlo a la realidad. Pero siempre estamos ligados a modelar la parte física, las secuencias, los patrones, el problema está en que no podemos simular las personas, sus interacciones, su inteligencia dentro de la fábrica. Por eso siempre nuestros gemelos digitales son simplificaciones y por tanto imperfectos. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos simular también a las personas, su forma de ser, su forma de interaccionar, sus conocimientos, y los dejáramos vivir en el gemelo digital que es tu empresa? Podríamos analizar qué falla, pero no sólo a nivel físico, sino a nivel humano, analizar los cuellos de botella del trabajo, qué perfiles son necesarios. Ahí es donde entra los modelos tipo GPT-4, ser capaces de modelar no sólo a la parte física, sino también a la parte consciente de una empresa.
Como prueba piloto y para ver el alcance de esta tecnología, hemos tomado como referencia el trabajo conjuntamente por Standford y Google (Smallvillage) para crear un ITAINNOVA muy simplificado, vamos a crear nuestro pequeño gemelo digital de ITAINNOVA, eso si, únicamente con cinco empleados. Cada uno de ellos tiene un papel en la ITAINNOVA virtual y un objetivo: “desarrollar una aplicación para reducir el consumo de energía y desperdicios de la ciudad”. Con esta información, se deja al gemelo simulando durante un día laboral y esto es lo que sucede.
Durante un día de trabajo, se puede ver como interactúan entre ellos y discuten temas de vital importancia para el desarrollo de la aplicación, como puede ser la tecnología que se va a usar, la incorporación de herramientas analíticas, algoritmos de machine learning, infraestructura cloud para garantizar la escalabilidad, etc. También comentan que la interfaz tiene que ser intuitiva para el usuario y que la aplicación debería ser compatible tanto con Android como con iOS. Una idea interesante que discuten es la incorporación de algoritmos para optimizar las rutas de recolección de desperdicios. Se decantan por que la aplicación debería ser eficiente con respecto a costes y tener un buen desempeño, aunque dicen que eso llevaría un tiempo desarrollarla. Finalmente, lo que les preocupa de la aplicación es el tema de recogida de datos, que puede ser un proceso desafiante. Por supuesto, ¡también se toman sus descansos para comer!
Con lo que se ha podido observar en este ejemplo, ¿qué pasaría si le diésemos una nueva vuelta de tuerca a la idea del gemelo digital? Y si tu pudieras interaccionar con tu empresa “virtual” con tus trabajadores “virtuales” que hacen su trabajo día a día, ¿qué pasaría si tú tuvieras tu gemelo digital? Tendrías únicamente que supervisar y validar el trabajo que haces. No necesitarías un copiloto, tu serías el copiloto de tu IA, que iría mejorando y esa empresa virtual iría produciendo. Es curioso que esto hace tiempo era impensable, pero ahora es una posibilidad de futuro. Ya se están empezando a modelar con agentes GPT, factorías de software (MetaGPT, etc.), y por qué no de Marketing, de diseño, un periódico o quizás hasta un gobierno. Es un mundo que no tiene límites, y pensar que esto sólo es el principio. Nosotros seguimos con las expectativas muy altas y quizás nos hagan caer pronto en el abismo de desilusión… pero eso no va con ITAINNOVA.
Rafael del Hoyo y Carlos Marañes, investigadores del Instituto Tecnológico de Aragón.
